jueves, 12 de marzo de 2009

Los ojos de Camila

Bueno, antes que nada queria agradecer a las pocas personas que, creo, van a leer esto XD
es el primer capitulo, talves sea un poco aburrido al principio, pero los primeros capitulos son recien de introducción, ok?...


LOS OJOS DE CAMILA

“Hay momentos en que la vida nos tira las jugadas mas difíciles e imposibles de entender; esas jugadas que, creemos, merecen una gran cantidad de tiempo para responder; y nos pasamos la mejor parte de nuestra vida analizándolas… Y cuando solo te quedan cinco minutos en el reloj; después de haber imaginado aquellas combinaciones mas complejas y complicadas; y los sacrificios mas innovadores e inesperados, y de haber seguido líneas que llevan solo al desastre; decides que es hora de hacer tu jugada… Y tocas la pieza equivocada, descubres que la jugada ganadora era la más simple y no la hiciste; pero como estas obligado a jugarla, buscas la mejor casilla en donde prolongar tu inevitable derrota… Y finalmente, después de hacerla, piensas en el poco tiempo que queda; y que si la hacías como treinta minutos antes, la partida ya hubiese terminado, y hubieses disfrutado una inolvidable victoria…

El mundo es un tablero de ajedrez, y coda ser humano tiene un juego con la vida; y los malos momentos que pasamos en ella son solo resultado de nuestras malas jugadas…”





CAPITULO I

Les clases de aquella tarde habían terminado al fin, el invierno cedió el paso a la primavera, y en casa ya no tenían motivos para hacerme llegar temprano; pensé un poco, tome mi mochila y camine a la plaza detrás del colegio; la puesta del sol hacia que la tarde se convierta en un verdadero poema, un paraíso terrenal.

Me senté a esperar con ansias en el rincón de siempre; el momento que esa noche solo había sido un sueño; quede contemplando el hermoso atardecer, anhelando ver a un amigo que hacia bastante tiempo que no veía; mi abuelo; y aunque fue un sueño nada mas, confiaba en que esa cita se concretaría. Realmente, aunque sea muy joven para entender el significado de “mucho tiempo”, habían pasado años que no lo veía, pero el recuerdo de su sonrisa nunca se me olvido, y aquella noche soñé que estaría sentado con el, en ese rincón del parque...



Mi abuelo murió tres años atrás, y hasta hoy el recuerdo de ese momento me llena de tristeza, y me dan ganas de volver el tiempo atrás y evitar que ese día llegara, evitar que saliera, convencerlo de quedarse conmigo y jugar esa partida de ajedrez que nunca llego. Aquella noche se acerco a mí, cuando nadie aun sabía que su mirada se había apagado, que sus ojos se habían serrado, que su corazón no volvería a latir; y me miro dulcemente con una lágrima en el rostro. Acostumbraba darme consejos, alentarme y hablarme de lo hermoso que es vivir; de que los tropiezos son la mano amiga que nos enseña a levantarnos, y a seguir adelante… Mas en ese instante fue diferente, su vos era muy dulce, y su mirada alegre, pero el tema de esa noche no fue precisamente la vida, sino la muerte.



Me hablo de la otra etapa, del camino inevitable que cada ser humano debe recorrer; me dijo que sobre la tierra existía un cielo; y aunque ya lo savia, como era obvio, tenia 16 años; decidí no interrumpirlo, y simplemente escucharlo. Me dijo que todos sus mas grandes amigos estaban allí; su papá, sus hermanos del alma, y todos sus ídolos; que ese cielo es el consuelo del caminante que vaga por el desierto, y se encuentra con un pozo de agua, de la mas fresca; incluso mas fresca que aquella que brota del y´cua mas puro que podríamos imaginar; y que sacia completamente su sed, y decide quedarse allí, a vivir eternamente, por que el agua de ese poso jamás podría acabar; y me dijo que ese cielo es como un eterno concierto de música clásica, como un interminable parque de diversiones; dijo que ese cielo es como una noche en el campo, observando la luna y las estrellas, sin el ruido de los autos o las luces de los faros; y que se podía hacer lo que uno quiera, porque todos son felices, y no existe el odio, el rencor o el miedo; que ese cielo es un eterno poema de amor…

De tantas veces que lo escuche decir “eterno” creí que esa conversación seria verdaderamente eterna, pero justo cuando me dispuse a recordarle que era prácticamente adulto, y que en la catequesis me habían hablado bastante del cielo, y que si me portaba mal y decía mentiras Dios me mandaría al infierno a quemarme para siempre en un fuego que nunca se apagaría, y todas esas cosas que dicen para que a uno no le den ganas de portarse mal; me abraso y me dio un beso en la frente. Fue el último beso, tan calido que hasta ahora lo siento; y luego del beso me improviso estas palabras:



Somos amigos, y no solo hermanos,

Y aunque tú me veas, allí no estaré;

Somos hermanos, y no solo amigos,

Y aunque no me veas, a tu lado me encontrare…



Y por mas que el tiempo pase,

y me llegues a olvidar;

el amor que en mi sembraste

por siempre florecerá…



Somos hermanos, y no solo amigos,

Y aunque tú me veas, allí no estaré;

Y aunque ya no me veas, y no me escuches,

y aunque ya no me sientas, tu amigo siempre seré…



No soy bueno recordando cosas, ni memorizando, pero siempre era distinto con lo que decía mi abuelo, sus palabras siempre tenían otro sentido para mi, era como que siempre que el decía algo, siempre que pronunciara una palabra, cualquier cosa; seria una lección de vida, algo para ponerlo en practica…



Luego que me haya dado el beso, y me haya dicho esas palabras, que en ese momento no entendía, mi abuela abrió las puertas y se acerco a mí; me abrazo mas fuerte que nunca, me miro a los ojos y me dijo que abuelo había muerto… Que se accidento y nadie pudo hacer nada por el; que los doctores llegaron tarde y que llevarlo al hospital no serviría de nada, pues la muerte no quiso esperarlo.

En ese momento creí que me estaba jugando una broma, que acaso no se dio cuenta que el estaba allí, a mi lado? Se lo iba mostrar, pero cuando me di vuelta el realmente ya no estaba.

***

El sol comenzó a esconderse, cada ves pasaba menos gente por la plaza, y los niños ya estaban en casa, viendo sus dibujos animados o haciendo las tareas de la escuela; pero a mi no me importaba mucho que haya gente o no, o que las flores sean rojas o azules; que sea primavera o verano, que sea enero o diciembre; solo me importaba estar sentado en el banco de la plaza, en donde había soñado que hablaría con el.

Eran las siete de la tarde, y el sol ya se había puesto por completo; no había nadie más en ese lugar, además de mí, ni un alma; todo se encontraba en silencio… Poco a poco comencé a perder las esperanzas de que mi abuelo bajaría del cielo a visitarme, o que algún conocido pasase por la plaza para hacerme compañía, entonces tome mi mochila y pensé en volver a casa. Pero sentí que debí esperar un momento más.

De repente sentí frío, es mas, me congelaba, y no tenia nada de abrigo para vestir, y se me estaba haciendo tarde, mamá no sabia nada de lo que estaba haciendo y, conociéndola, seguro estaba muy preocupada.

-voy a llamar a mamá, antes que decida salir a matarme; es decir, a buscarme-

-no te preocupes Alan, tu mamá esta bien-

Un toque de escalofríos me invadió por completo, en ese entonces no sabia exactamente quien me había respondido eso, ni siquiera estoy seguro de haberlo dicho en vos alta como para que alguien pueda responderlo; sabia que alguien estaba alado mió y rogaba por que sea quien yo quiera. Si al darme vuelta encontraba a mi abuelo, se que me sentiría feliz, pero también aterrado, y si no lo encontraba, me sentiría mal, pero tranquilo. Bueno; me di vuelta, y mi abuelo estaba sonriendo a mi lado, de la misma manera que me había sonreído el día que se fue y no lo volví a ver.

Abuelo se parecía mucho a mí, tenía mis mismos ojos, aunque no los mismos hábitos, compartíamos ciertas cosas, el nombre y el ajedrez; pero en otras estábamos completamente en desacuerdo, y siempre que lo discutía, en el fondo sabia que tenia razón.

Me dio un abrazo, y me dijo:

–tanto tiempo Alan, ¿como estas?-

Quede realmente mudo; no podía decir una sola palabra, tenia al abuelo alado mío, después de tres años, y no me salía una sola palabra; tal ves por el hecho que estaba muerto, aunque eso no importaba; ya me había preparado sicológicamente para ese momento, no se porque, pero durante esos primeros momentos no podía hablar.

-hace tiempo que no me siento en este banco, que no converso con nadie; Alan, discúlpame por haber llegado tarde, tuve que pasar por alguien-

Me pegue un gran susto, escuchar esa vos después de tanto tiempo, volver a ver su rostro, aquel que pensé no ver nunca mas; me di la vuelta, y con lagrimas en los ojos lo abrase como nunca antes había abrazado a nadie en mi vida; después de tanto tiempo, note que su sonrisa era la misma, y no se había borrado jamás.

Quise preguntarle tantas cosas, pero seguía mudo; me regocijaba en la brisa del parque, ya no sentía tanto frió; mi abuelo seguía a mi lado sin dejar de abrazarme.

-quiero pedirte disculpas por no haber vuelto nunca mas, pero es algo que no puedo explicar ahora, sabes que estoy muerto, y no podemos andar paseándonos por el parque todos los días, ya sabes; pero siempre estoy a tu lado; hoy solo me vine por un amigo, para que no se sienta solo-

-ya veo, discúlpame tu, no todos los días veo a alguien que no debería, bueno, que no tendría que… bueno, ver; ¿no crees?-

-Entiendo Alan, no te preocupes; yo en tu lugar también me sentiría aterrado… El temor es algo… Es algo natural en los seres vivos, forma parte del instinto, entiendes? Hasta el hombre más valiente tiene sus temores…

Nos quedamos en silencio durante varios minutos, como treinta; el parque era oscuro, había tan solo cinco faros, uno en cada esquina y otro en el centro, y para colmo, solo funcionaba el del centro. A pesar de tener a mi lado a una persona muerta, no sentía a mi abuelo como un espíritu, como un fantasma, o un recuerdo viviente; mas bien lo veía como una persona viva, alguien real; incluso mas real que cualquier otro, sabía que no lo estaba imaginando, me inspiraba confianza y me daba seguridad; en 30 minutos el temor inicial se convirtió en una confianza inquebrantable.

Me acomodaba en sus hombros, y lloraba; desde el momento que llego no dejo de sonreír, ese era siempre su principal virtud, enfrentar todo con una sonrisa, los problemas, las dificultades; y por supuesto, la bendiciones. El pasar la vida sonriendo es una virtud admirable que pocas personas poseen; recuerdo que cuando era mas pequeño imaginaba a Dios en la fabrica de personas, imaginaba que el nos tomaba a cada uno entre sus manos, primero nos pintaba los ojos, luego el pelo, y antes de darnos el beso de un buen padre y mandarnos a la tierra, nos regalaba una virtud, algo único para cada uno, y a mi abuelo le regalo el don de sonreír en todo momento, y en todo lugar, y ante cualquier adversidad; imagínense, incluso después de muerto el aun sigue sonriendo; si hubiese podido elegir que heredar de el, elegiría su forma de enfrentar los problemas con una sonrisa, pero yo solo se enfrentar los problemas con lagrimas y patadas en el suelo, y no suele tener buenos resultados.

Ya no sentía escalofríos; observe a un costado y note que alguien se acercaba; era Diego, el hermano de mi mejor amiga, Camila. Abuelo se levanto y se acerco a el, yo no entendía nada; Diego lo podía ver? Podía sentir que el estaba allí? Pero como, el no tendría porque estar aquí, o si?

Diego abraso a mi abuelo, eso era más extraño todavía, y fue mas extraño cuando comenzó a llorar.

-Que sucede? Porque Diego puede abrasarte? Como es que puede sentirte?-

Pregunte…

El Abuelo Alan me miro a los ojos, y dijo:

-Vine a buscar a un amigo, ahora tenemos que irnos, te quiero mucho Alan, y se que serás una persona de bien; eres especial para mi, y lamento no poder quedarme contigo ahora, pero siempre me tendrás en tu corazón, de acuerdo? Adiós...-

Al decir esto el abuelo y Diego se alejaron, poco a poco, y mientras mas se alejaban, mas solo me sentía, de un momento a otro, desaparecieron. Me seque las lagrimas, sonreí, tome mi mochila y camine a mi casa.

Lo comprendí, Diego había muerto; aquel que estaba en la plaza ya no era un Diego viviente, era solo como un recuerdo… El nunca fue amigo mió, siempre que iba a su casa no le hablaba, me parecía bastante raro, distinto a los demás, a pesar de ser solo dos años mayor que yo, lo sentía como muy distante, como muy mayor, o algo así… En ocasiones, cuando merendábamos, se pasaba minutos mirando horrorizado lugares cualquiera en donde no había absolutamente nada, y eso me asustaba y aumentaba mis desesperadas ganas de alejarme cada ves mas de el.

Pese a que Diego no haya sido un buen amigo que digamos, sentía tristeza por el hecho de que haya muerto; y cuando la emoción de haber visto a mi abuelo se volvía menos intensa; pise tierra firme, y lo primero que pensé fue: “Camila”